El 21 de abril 2010 fue uno de los días más terroríficos de mi vida: tuve un secuestro exprés. Y, sí, mi vida cambio para siempre. No quiero hablar del hecho, quiero contar lo que poquísimas personas saben y conocen, y así, tal vez comprendan el fondo de todo lo que hago, esa intención mía de fortalecer la ciudadanía de tiempo completo para construir su seguridad.
En fin, en fin, en fin... que después del secuestro quedé desecha y el único consuelo que encontré fue llorar en los brazos de mi madre durante todo un día para sentirme protegida y, literal, regresar mi alma al cuerpo.
En fin, que recuerdo perfecto que pasaron dos cosas: ENFRENTAR al Ministerio Público por Delitos por Secuestro y en ese entonces al judicial, y aquí nada que cualquier víctima de este país no pase, no viva, no sufra: maltrato, señalamientos “entonces usted tuvo la culpa” o minimizar el hecho frente a otras cosas “!ah! pero no la violaron” y así, y así, y así… Y de eso, de su seguimiento, de la investigación, de pedir grabaciones, de buscar justicia, pues nada, nunca llego.
Luego me acuerdo perfecto que al tercer día salí de casa a arreglar papeles, trámites, recuperar mi identidad y recobrar mi vida. Y muchas personas me preguntaban que cómo era capaz de salir y volver a mi vida. Por mi cabeza, mi corazón, mi cuerpo, había una vibración inexplicable, algo que nunca había sentido y entonces mi respuesta era sencilla “no voy a dejar que esos hijos de su puta madre me roben, me secuestren, un minuto más de vida, de mi pensamiento, de mi tranquilidad.” Y así, fue como me mantuve en pie para seguir caminando, hasta llegar hasta aquí y estar HOY plantada entre personas con un ser lleno de esperanza para que "eso" no le pase a nadie más.
Luego decreté algo… algo… algo… que me llevó muy lejos y que, ahora, me trae a lo más local, lo más básico, en la construcción de capacidad humana para prevenir, atender y asegurar la integridad… En fin que dije “nadie, ninguna persona, debe pasar, debe sentir lo que yo sentí. Es horrible…” y recuerdo todavía como se me extraviaba la mirada y como las lágrimas corrían, y aún corren, por mis mejillas al recordar eso.
Entonces eso es lo que me tiene aquí: necia, terca, temeraria, cercana, presente, en la parte más cercana a la construcción de una capacidad humana para prevenir y atender situaciones tan mal vibrantes, y aunque sé que somos vulnerables, por lo menos: ME quedo, en mi corazón, con la claridad de que hice lo que sé y pude para dar herramientas para que “eso” no le ocurra a nadie y lo hago, claro, con lo que hago que a veces es tan incomprensible para muchos.
Y, así, pese a sea los sinsabores y las amarguras que a veces paso en el camino, pues le sigo, porque tengo clarísimo que “mi fin es superior” y no sólo eso, tengo colegas y amigas que me acompañan en esta construcción, y lo hacemos con el mejor de los ánimos y una impecable intención. Y así… así… así… y así… le seguimos, así que a seguirle. No es fácil tampoco para ellas, pero, creo, que tienen claro que nuestro camino va muy lejos y nuestro fin es superior.
En fin, en fin, en fin, que toda esta semana por cosas que me pasan recordé esa fecha y entonces me viene bien conmemorar esas fechas para reafirmar mis convicciones y el rumbo de mi camino en la construcción de seguridad, justicia y paz.
Que estén bien.
Que todas y todos estén bien.
P.D. y sólo para recordarme, tengo 25 años de trabajo en lo local, haciendo de todo: capacitando, planeando, presupuestando, desarrollando, operando, construyendo. No soy nueva en lo local, es lo que más sé, tal vez por eso no quería volver... No es fácil, nadie me dijo que lo sería, pero estoy cierta que lo debo intentar, es como un apostolado jajajajaja... así mero. Digamos que es mi apostolado en la construcción de paz para mi amada Tlalnepantla, es mi "campaña de propaganda en pro de la causa o doctrina de construcción de paz". Así mero.
