Hoy les voy a compartir unas de mis más profundas,
constantes y sonadas reflexiones, y a diferencia de los diversos y descabezados
temas que público aquí, hoy se trata de un tema serio, muy serio… Y ya mejor
les digo… mire ustedes:
El Manual y El Estudio |
En el 2010 por azares del “destino” me “llamó” la
Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior
(ANUIES) para elaborar una propuesta de contenido de un “Manual de Seguridad” y
no les quiero contar el sin fin de “filtros” que me pusieron. Al final, y a la
luz del tiempo, pienso que no encontraron a nadie que "quisiera" desarrollar MANUAL DE SEGURIDAD para ámbitos educativos.
Bueno… bueno… no quiero dejar de lado mí experiencia en elaboración de manuales… manuales… pero de capacitación y “ese”
era otro manual. Tampoco quiero omitir mí amplio conocimiento y experiencia de
las formas de organización y funcionamiento de comunidades universitarias,
programas, seguridad, educación, políticas públicas… Digo… digo… en eso ya
tengo un camino hecho desde 1994.
En fin… que esa es otra historia, lo que sí es que
desde ese momento me puse a investigar, estudiar, analizar, tipificar,
caracterizar, sintetizar, conceptualizar… una gran cantidad de “cosas”, que
desde mi punto de vista están relacionadas con el tema de la SEGURIDAD (sin
apellido ni etiquetas).
Así, en enero y febrero de 2011 tuve la inmensa
responsabilidad de “escribir” el citado Manual y, como algunos saben soy
cabeza dura, le recomendé a la ANUIES hacer un ESTUDIO que diera cuenta de
cómo “funcionaba” la seguridad en las Universidades e Instituciones de
Educación Superior de este país, y afortunadamente me hicieron caso.
De ese estudio encontramos:
a) con qué contaban los recintos para “atender” o
“prevenir” la seguridad de sus comunidades universitarias: reglamentos,
programas, recursos humanos, infraestructuras, equipamiento, infraestructura…
b) qué tipo de violencias y delitos se comenten en
los recintos);
c) indagamos sobre qué estaban haciendo algunas
Universidades para atender su seguridad.
Dicho estudio se elaboró de julio a diciembre de
2011 y se publicó en el 2012, y ahí se quedó “congelado” en la librería de la
ANUIES, sin difundir, sin dar a conocer qué pasaba y qué hacer para preservar
la integridad física, sicológica y material de las comunidades universitarias. CLARO
como buena madre me dediqué a comprar y reglar mí libro, no sólo porque es
mío, sino porque es útil para conocer sobre el tema de seguridad universitaria.
En la búsqueda de conocimiento sobre la realidad de
nuestras comunidades universitarias, no hubo y no hay más pretensión que esa:
Tener una seguridad universitaria que permita el desarrollo de la docencia, la investigación, la cultura, los deportes y la recreación de sus estudiantes, profesores, trabajadores administrativos y visitantes.
Y aclaro que estos trabajos fueron un gran reto
para mí creatividad y mí capacidad en la resolución de problemas, sin embargo, desde el principio (2010), me establecí algunos principios básicos del
quehacer en materia de seguridad universitaria y así todo lo que hice y hago
parte de:
1. Conocer la naturaleza
normativa y orgánica de CADA INSTITUCIÓN EDUCATIVA, es decir reconocer el carácter de cada
Institución: pública o privada
pasando por su alcance: nacional, autónoma,
federal, estatal, y así partir desde su decreto de creación o su acta de
constitución donde se específica el espíritu de creación y cómo se organiza
cada institución educativa: Rector,
Director, Consejos, Juntas, Patronatos y, sin duda, lo que ello implica
para tomar decisiones sobre los DERECHOS Y OBLIGACIONES de los integrantes de
cada comunidad universitaria.
Y aquí es
donde entra definir a quién le
corresponde la seguridad de la comunidad universitaria y cómo participan los integrantes de ella en
su mantenimiento.
Ese fue y es
el espíritu de todo lo que hice en materia de seguridad universitaria, todos
saben que tengo una playera de profesora debajo de mis blusas multicolores. Y tal
vez no lo dije con suficiente énfasis en esos documentos –porque no me
correspondía a mí--, pero ese es “espíritu” y sí se leen los documentos lo
verán en todas y cada una de las recomendaciones.
El Manual
nunca pretendió ser un documento
rector sobre el quehacer de las Universidades, estoy plenamiente
conciente de eso y también reconozco que, lamentablemente, no puede ser
así y no es un instrumento con carácter vinculante. Conozco de normas y
sé de dónde deben derivar para hacerlas “obligatorias” y no es el caso. No
aplica. Al final algunas Instituciones hicieron interpretaciones de Manual y lo
adaptaron a su caso, por el bien de su comunidad y tomando como base sus
ordenamientos y su estructura de organización.
2. El segundo gran principio del que partí para hacer todo, es que cualquier
cosas debe conocer y reconocer las
características de la comunidad universitaria: sí o no participan, qué
problemas tienen y cómo se atienden. Y aquí se parte, nuevamente, de las bases
normativas de cada institución: formas de gobierno, participación y toma de decisiones, preservación de interés
general.
3. El tercer principio
que consideré fue reconocer que las Universidades e Instituciones Educativas
no son islas: son equipamientos que se asientan en colonias, barrios,
comunidades, municipios o delegaciones con contextos sociales, económicos,
políticos, territoriales y culturales específicos.
Así, las escuelas,
facultades, sedes, planteles, unidades, institutos están en territorios donde
se vinculan con actores locales: habitantes, comerciantes, prestadores de
servicio, transportistas, taxistas, entre otros… Y así, para atender la
seguridad de la puerta, de la reja, de la garita, de la malla, para afuera hay
que invocar y convocar las instancias de seguridad pública local o estatal.
Esta es la primera parte de las reflexiones que ME
debía y me urgía escribir.
La segunda parte de mis meditaciones, cavilaciones
y, aquí sí, trabajos son los grandes y números esfuerzos y propuestas que desarrollé
y presenté en 2012, 2013, 2014 y, ahora, 2015 ante diferentes instancias
ANUIES, SEP y diferentes Universidades para dar el siguiente paso, es decir:
Desarrollar protocolos y acciones específicas que permitan a las Universidades e Instituciones de Educación pasar de medidas REACTIVAS a ACCIONES DE ATENCIÓN Y PREVENCIÓN DE LAS VIOLENCIAS Y LA DELINCUENCIA.
Y aquí va desde describir qué acciones se llevan a
cabo cuando una persona está vendiendo droga en un plantel educativo, hasta cómo
registrar los diferentes incidentes de violencia y delincuencia que ocurren al
interior y entorno inmediata o cómo contratar una empresa de seguridad
acreditada o qué hacer ante un robo con arma de fuego dentro de un salón de
clase o qué hacer para prevenir consumos de riesgo por tabaco, alcohol y drogas
entre los jóvenes.
En fin… que del sin número de temas que sé que se deben precisar tomaré la decisión de cuáles describiré como un proceso, para vislumbrar un protocolo de actuación. En fin… que hay que trabajar y ya estaré en eso.
En fin… que del sin número de temas que sé que se deben precisar tomaré la decisión de cuáles describiré como un proceso, para vislumbrar un protocolo de actuación. En fin… que hay que trabajar y ya estaré en eso.
Y sí, también implica evaluar el “Estado de la
Seguridad Universitaria” de los recintos educativos de nivel superior… Bueno
hasta tuve la puntada de proponer un Ranking de buenas prácticas en materia de
seguridad universitaria, a fin de socializar aquellas experiencias que por sus buenos resultados* deban difundirse para
su “uso” en otras IES. *Evidente a partir de un modelo y de indicadores.
Y así que, prácticamente, llevo 4 años buscando a
diversas autoridades para ver qué hacemos. Nadie… nadie… nadie… ha negado la
importancia, relevancia, interés, pertinencia de la seguridad escolar y seguridad universitaria, PERO nadie le quiere entrar. Y ni piensen que esto tienen un costo altísimo no-no-no… incluso les doy
opciones de búsqueda de financiamiento… en fin… que cuando sé cuánto y qué
gastan en otras “cosas”, la verdad me da enojo y dolor de estómago.
Al final en todas esas instancias dejé propuestas y
espero, de verdad, que me las pirateen y las hagan, no importa que me den
créditos, el chiste es que lo hagan.
Y así al final de todo este camino y desde el año
pasado traigo paseando en mi cabeza una idea:
Voy escribir un nuevo Manual de Seguridad Escolar y Universitaria.
Escribiré ese un Manual de Seguridad Escolar y Universitaria y lo llevaré a una editorial, sí me lo compran y lo publican estará súper chido, en última instancia haré una impresión en versión digital descargable y tan-tan.
Y así… y así… que hoy empezaré ese libro y en TRES
meses ya les digo en qué voy, porque tengo tantas cosas que “decir” (escribir)
sobre
- La seguridad,
- La seguridad universitaria,
- La integridad física, sicológica y material,
- Las violencias,
- La delincuencia,
- Los factores de riesgo, los factores de protección,
- LA PREVENCIÓN… que esta cabeza… esta cabeza… cabeza-corazón se sentará a decir… decir… lo que deba decir.
Y tan-tan…
Gracias a mis seres más cercanos y al más querido de mis seres por aguantar mis cavilaciones y frustraciones
(ph) sobre el tema, sí no se las
cuento, tal vez los “otros” sí me hubieran convencido de que esto que hago no
es útil o peor aún: NO EXISTE, que los problemas de seguridad en escuelas y
universidades sólo están mi imaginación, en mí cabeza corazón.
Y ya… pues… ya pues… que es una nota larga y ya
después no querrán leer mi nuevo Manual… jajajaja…
Vale pues…
Que estemos bien.
P.D. Hay cosas que sí dependen de mí y me acordé que tengo el mejor capital para hacer este trabajo: yo!!
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