miércoles, 8 de abril de 2015

Todos los caminos me llevan al yoga

A lo largo y ancho de los últimos 11 o 12 años de mi vida, todos los caminos me llevan al yoga, a la práctica de yoga. 

Y en los últimos días el universo, las circunstancias de mi vida, el trabajo, mis horarios, mi hábitat, ... me llevan a inventar mi práctica personal, mi práctica individual, esa a la que los maestros siempre te alientan que realices fuera de estudio de yoga.
Árbol con mujer, Tepoztlán
(foto: ggs)
 

Y en esa práctica individual, impresionantemente, me di cuenta de la excepcional memoria de mi cuerpo, de mis brazos, de mis piernas, de mis músculos, de mi piel, de mis células, para ejecutar algunas asanas o realizar algunos movimientos. 

Y para esa práctica llega del cajón de mi "memoria-yoga" la voz de mis maestros con diferentes tipos de correcciones: 
  • "sube la rótula"
  • "extiende los brazos"
  • "compacta las caderas" 
  • "codos hacia afuera"
  • "piernas extendidas"
  • "talón bien firme en el suelo"
  • "planta de los pies paralela a la orilla del tapete"
  • "metatarso bien extendido"
  • "manos extendidas, pero sin tensionar"
  • "hombros abajo"
  • "omóplato abajo y adentro"
  • "isquiones hacia abajo"
  • "mete el sacro" 
  • "no hiperextiendas codos ni rodillas"
  • "no saques las costillas"
  • "relaja la cara"
  • "respira... respira..." 

Y de verdad, en cada ejecución me vienen a la cabeza-cuerpo las precisas instrucciones de lo que debo o no hacer, porque se trata de cuidar el cuerpo, no de maltratarlo. 

Y así les digo queridos maestros que sus palabras (instrucciones y correcciones) siguen mejorando mi práctica. 

Y esa es la voz que me guía para los ajustes en mi práctica!

Qué chistoso... sí ya lo sabía y así anduve buscando qué hacer conmigo, mi cuerpo tienen un registro “perfecto” para acomodarse a la práctica yoga y para eso me tengo a mí con todo y las buenas enseñanzas de mis maestros.

Y así que ando en esas y ya cuando las condiciones me den iré a clase, porque...
  • Nada cómo sentir los decididos y perfectos ajustes de Jaqueline; 
  • Nada como escuchar las perfectas y sabias instrucciones de Fernando; 
  • Nada como sentir el apoyo para lograr la ejecución de complicadas asanas de Jess o Cony, y sí...
  • Nada como la guía clara, precisa, fluida y fuerte de Adriana, y por supuesto...
  • Nada como la alegre, divertida y suave guía de Sofi, y qué decir de los primeros maestros Pedro y Caty.

En fin… en fin… que por todo eso hoy, más que nunca, recuerdo a mis queridos, admirados y excelentísimos maestros de yoga y entonces les digo: gracias-gracias-gracias sus enseñanzas, correcciones y recomendaciones hoy me permiten inventar mi práctica personal de yoga.

Los abrazo a cada uno con el corazón bien abierto y la mente bien lúcida.


Namaste  
Que esté bien.
Que estemos bien. 

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