miércoles, 13 de febrero de 2013

Sobre mi amor...



Sobre mi amor que a veces tiene forma de mazapán.

Para el dueño de mis quincenas, claro... Sí las tuviera.
😜

Hoy, y no porque sea 14 de febrero, les hablaré de mi amor, del amor mío, no sé de otro, no sé del otro, de los otros, de los demás, del de ustedes. Ahora nomás les puedo dar cuenta de este amor mío, desde este amor que se produce aquí dentro. Así, les hablo desde muy dentro, desde las tripas, la sangre, los órganos básicos y, como en los últimos tiempos -semanas, meses, ya puedo decir años-, les puedo decir: escribo (hablo) con la mente lúcida y el corazón bien abierto.

Entonces les diré que mi amor no es de 24 horas, ni de 7 días a la semana, ni de semana inglesa, ni de fines de semana, ni de meses, ni de navidades, ni años nuevos. Debo decir que mi amor, no tiene tiempo ni espacio y así es como existe. Es cierto, mi amor se construye en cada ausencia y se consuma en cada encuentro.

Y va de nuevo, mi amor no se mide con tiempo y, ahora que lo pienso, no recuerdo cuándo empezó y, cada vez, aparece y parece como la primera vez.

Y lo he dicho infinidad de veces: mi amor no tiene estatus, ni fórmula, ni apodo, ni marca social, lo que sí, es que tiene un depositario.

Mi amor no nace del deber, más bien se forja en cada sonrisa, cada paso, cada abrazo, cada gesto, cada canción, cada baile, cada encuentro.

Mi amor no planea, descubre, sorprende, aunque a veces, a veces, a veces… y muy desde dentro anhela.

Mi amor me inspira a construir, proyectar y dar lo mejor de mí a través de una palabra, una canción, un abrazo profundo y hundido, una camisa de cuadritos de colores, una gorra color ladrillo, un mazapán en forma de corazón, una gran sonrisa desde dentro.

Descubrir este amor me hizo más fiel a mis principios de vida, a mis anhelos de bienestar, a mis ganas de estar-bien. Y, no duden, me hizo más fiel a mí y luego a todo lo demás.

Con este amor me inundo y me derramo los ojos de tanta alegría, gozo, retozo. Y me inundo y derramo, porque sino estoy segura que el corazón y el alma me estallarían de tanta alegría.

Con este amor aprendí a tener silencios prudentes-sensatos, pero más me ejercito en hablar, expresar, decir, mostrar, a dar todo este amor que traigo aquí dentro y que es lo que es: no sé si es mucho o es poco, pero sé que me alcanza para dibujarme una gran sonrisa cada vez que lo pienso, pero también para que no me duela ni sufra sí hay ausencias.

Este amor nomás de pensarlo, y ya no les digo de sentirlo, me inunda de alegría todito mi ser.
Ya pues, no escribiré un poema para este amor, tampoco cantaré una canción, ni bailaré un vals, ni compraré un globo, ni escribiré una carta. No hace falta, porque aunque resulte raro, y lo diga poco, baste con decir: tengo un gran amor y lo traigo aquí dentro.


((NOTA: Este texto es producto de una serie de reflexiones pasajeras -no de efímeras-, sino de pasaje-pasaje, de ser pasajera en el transporte público de la ciudad. Es en estos tiempos cuando tengo chance de leer, anotar, meditar, reflexionar, mandar mensajes y a veces hasta escribir. Un día tendré tiempo de dar forma a estas notas y escribiré un libro sobre… sobre… Las cosas para compartir, así como el amor, el trabajo, las historias de ciudad, las historias de vida, las historias de dolor y otras cosas, y así… así… hasta que se termine un libro completito)).


viernes, 8 de febrero de 2013

De las "sociólogas raras"


- Y usted qué estudio?
De qué tengo cara?
- Pues como de Licenciada en Informática o tal vez sea en Administración o algo de Negocios, aunque por su computadora tal vez sea Diseñadora o algo de Comunicación.
Con gran sonrisa, contento y orgullo le dije:
- Pues nada de eso: soy socióloga!!
El ingeniero-barista me dice con gran sorpresa en sus ojos.
- Pues socióloga no parece.
Luego mirando hacia el infinito y como invocando a su pasado, agrega:
- Yo tuve una novia socióloga y era rara, muy RARA...!!
A mí me han dicho muchas veces RARA y en diversas circunstancias, hasta mis sobrinas me dicen que por qué no soy una tía normal, y por eso le pregunté:
- ¿pero por qué era rara?
Despegué mis ojos de la compu para seguir mirando sus recuerdos y escuchar su explicación de la “socióloga” & “rara”. Y me dice, acentuando la voz y sonriendo con su boca y sus ojos:
- Era bonita, muy bonita.
Se hizo un rato de silencio, porque yo seguía esperando la respuesta de por qué era una “socióloga rara” y le volví a preguntar
- ¿pero por qué dice que era una socióloga rara?
Y me vuelve a decir con mayor acento en sus palabras y ahora añadiendo flexiones de cabeza.
- Era muy bonita. Era una socióloga bonita, por eso era rara!!!
No pues…!!!, solté gran carcajada tratando de comprender esa expresión de 
“socióloga-rara-por-bonita”
Me vinieron muchas cosas a la cabeza. Nada que en ese contexto pudiera precisar, ni discutir, ni decir (no mal-piensen, estaba con apuraciones de trabajo), pero aquí sí les puedo decir: 
LAS MUJERES BONITAS, INTELIGENTES Y ADEMÁS SOCIÓLOGAS SÍ EXISTIMOS Y NO SOMOS RARAS. SOMOS UNA MAGNIFICA SÍNTESIS DE INTELIGENCIA Y BELLEZA DEL XXI.
Tampoco digo que somos comunes y debo reconocer que sí pasamos por seres raros, pero no por bonitas, sino por nuestros procesos de pensamiento, trabajo, ideas y cosmovisión del mundo.
Ya pues, fue una plática para despejarme un poco en un día asoleado y de tanto trajín por esta ciudä.

Nota 1. Contexto del Manual de Seguridad Universitaria 2021

Contexto.  La primera versión de Manual de Seguridad para Instituciones de Educación Superior se publicó en 2011 y la segunda versión salió...