viernes, 18 de octubre de 2013

De cuando la boca cambia de lugar...


En estos días, semanas, he visto cosas increíbles, pero la de hoy, la de ese ratito, si es pa’ contar. Y es que sentadita en mi vagón del metro vi cómo una mujer fue capaz de llevar su boca, sus labios, sus ojos y creo que hasta su nariz hacia el extremo derecho de su rostro, casi puedo asegurar que su labios muerden su oreja. Toda su piel-arrugada-colgante fue capaz de organizarse para construir un INMENSO gesto de reprobación, malestar y, casi, desprecio ante la ignorancia de su anciana acompañante, quien no supo contestar qué metro les quedaba más cerca del lugar a dónde iba.
De los graffitis de aquí y de allá, éste en Xochimilco, 2013
La otra señora ante los permanentes desfiguros de su compañera sólo fue capaz de esforzarme una sonrisa por mi admiración y sorpresa.
Que bueno que traía mis lentes oscuros, porque estoy segura que nada hubiera impedido que mis ojos se salieran de sus cuencas.
Ya luego me viene pensando: ah!! Si yo llego a esa edad quiero que la piel de mis arrugas me alcance para dibuja una sonrisa de oreja a oreja.
Ya pues… que traigo otra historia que al rato les cuento, nomás dejen que mi espíritu termine de llegar. 

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