"Y tan decente que se veía, hasta traje y corbata usaba..." (R.)
Eso ante un correo en el que se podían encontrar, en cada renglón, por lo menos tres faltas de ortografía. No eran dedazos, eran verdaderas y honestas faltas de ortografía!!
Yo lo reenvié, porque era de trabajo y así tenía que ser, pero advertí sobre el dolor ocular que podía provocar tal lectura.
[De las historias que a nadie le interesan, pero que a nosotros nos divierten y, por lo menos, nos arrancan una carcajada para sobrellevar la parte amarga de nuestro trabajo]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
aquí puedes dejar tus comentarios