Hablando de una quemada mmm!! mmm!! me cuesta un poco de trabajo hablar (escribir) del contexto de este diálogo, en fin... que ahí me tienen echándole rollo a una niña de cuatro años sobre cómo cuidarse:
— Mira te tienes que cuidar, los adultos a veces no hacemos bien las cosas. Los adultos no deben fumar donde hay niños, pero no siempre hacen caso, así que tú te tienes que cuidar: no pases por ahí o vete de ese lugar a donde no estén fumando. ¿Entiendes?
La niña me miraba con mucha atención y asentía con la cabeza. Su ojos son hermosos, pero más que hermosos son expresivos, cuando está escuchando o quiere decir algo siempre hace algún movimiento con ellos: los hace grandes o los hace pequeños para complementar el énfasis de sus frases.
Estábamos en esa plática de auto cuidado, cuando la niña de
ojos negros y brillantes me dice:
—
Angelita ¿verdad que todos vamos a morir?
—
¿Por qué dices eso?
{*}
—
¡¡¡Por qué todos nos vamos a morir!!!
—
Sí, todos nos
vamos a morir. Pero ¿por qué dices eso? ¿quién te dijo eso?
—
Nadie…, yo digo!!
Agggg!! Un nudo se instaló en mi garganta y mis ojos se inundaron,
sólo le dije:
—
Te amo… ven dame
un beso.
Nomás me quedé contemplándola con mis ojos inundados: no había tristeza, ni alegría en su mirada,
ni angustia en su tono de voz. Era una
simple observación sobre la vida en una plática de una niña (ella) y un
adulto (yo) sobre auto cuidado, sobre cómo se tenía que cuidar y proteger
cuando los adultos no lo hacemos.
Segundos después mis lágrimas corrían por mis mejillas,
estaba sumamente conmovida por la gran sabiduría de esa niña.
Todos los niños tienen esa sabiduría: saber de la vida y de la muerte, tener esa capacidad de asombro porque algo
parece o desaparece en su vida y no por eso se clavan en la textura, saber del dolor y el sufrimiento y no por
eso azotarse en el piso, ellos saben
de desapego, ellos saben de amor verdadero o de amor incondicional.
Ellos saben de esas coss, mejor que los adultos, y no sé en qué momento olvidamos todo eso.
v.a.a.g. Gracias por la enseñanza!
Ellos saben de esas coss, mejor que los adultos, y no sé en qué momento olvidamos todo eso.
* Dicen que cuando
los niños preguntan cosas como esas, hay que responder con otra pregunta
para tener información sobre qué nivel de respuesta debes darles. Aplique esa
regla y su respuesta fue tan clara y contundente que no imagine ni pensé mentir.
No tengo hijos ni los tendré, pero algo sí sé: a los niños no hay que
mentirles, menos sobre la vida, ellos lo saben todo, lo malo es que de grande
lo vamos olvidando.