De las fuentes de mi contento, es decir de mi alegría desde dentro.
De los buenos caminos y los mejores rumbos, los de Xochimilco, octubre de 2012 |
Un día me pregunté: Angélica ¿qué
te hace más feliz: dar o recibir? Yo soy feliz recibiendo <<por
supuesto, seguro, no tengan duda>>; pero soy más feliz dando, me genera
gran contento.
Y en la semana tuve dos recordatorios de ese gran contento. Uno,
producto del simple acto de comprar un regalo.
Quien me conoce, sabe que no soy
de los seres humanos que llega a una fiesta con un regalo en la mano. Es decir,
no doy por tradición y más bien lo hago de manera espontánea, doy cuando me
nace y la mayoría de las veces en días no oficiales (no cumpleaños, no navidad, no día
del niño, ni de la madre,...).
Y es que dar no es simple. No, por lo menos para mí, porque dar es como compartirme
y eso es un poco difícil. Lo que doy es más una forma de realizar lo que tiene
este gran corazón, un acto de agradecimiento y de realización de amor. Pero no
pienso: ah!! a través de este libro voy agradecer… no, no, no… es más simple…
Es como tener algo dentro que de repente se desprende y busca dónde ser “puesto”
(un depositario).
Entonces al comprar un regalo me pude dar cuenta de la gran felicidad
que me produce <<pensar>> en el regalo & depositario.
Así, me pude observar con una grannn... pero grannn sonrisa viviendo ese acto! No puedo explicar mi emotividad. Me conmueve sentirme y verme con esta
emoción, que estoy segura hasta me brillan los ojos. Como una niña que lleva la
mejor de las ofrendas en muestra de gratitud o amor.
Así ocurrió con el segundo recordatorio. Antes de visitar a una amadísima
amiga me llegó el siguiente mensaje <<se
vale hacer un pedido megaespecial pa cuando vengas???>>. Por supuesto,
le llamé para saber de qué se trataba el pedido super mega especial y saben ¿qué era? Una rebanada de pizza.
Agggggg!! Que nomás de recordarlo se me llenan los ojos de lágrimas de
nuevo. Entonces, ya nos tienen al taxista y mí buscando dónde comprar una
rebanada de pizza por los caminos de Xochimilco. Y de nuevo me encontré
conmovida por el acto de dar, ahora, una rebanada de pizza.