sábado, 12 de noviembre de 2011

Las mejores fotos no se sacan con ninguna cámara


Siempre me he dicho y ahora se los comparto: las mejores fotos no se sacan con ninguna cámara. Mis mejores “imágenes” no las guardo en ningún álbum ni impreso ni digital, las atesoro en la cajita de mis recuerdos de los sentidos, de la mente y de eso que llaman corazón. Hoy me recordé de ese pensamiento cuando caminaba por la calle de Madero, yendo de Eje Central hacia el Zócalo.
Y les cuento.
Y es que por la calle de Madero desde que es peatonal, al menos que sea indispensable, como hoy, no camino, porque para mí gusto, está muy concurrida y, a pesar de que soy animal de contacto, hay cosas para las que no tengo mucha paciencia.
Por ejemplo, ir detrás de mujeres que tienen que caminar de puntitas y con mucho cuidado porque sus tacones se atoran o su tobillos se les van de lado —aunque debo confesar que a veces me divierto con esas escenas y hasta me detengo a bobear— o ir a lado de las doñas que llevan miles de bolsas o grandes paquetes que te van noqueando — bueno aquí ni que decir, cuando me piden disculpas sólo les regalo una bella sonrisa y me voy pa otro lado—.
Bueno, pues, esa es mi historia con la calle de Madero y sus transeúntes, desde hace unos meses.
Hoy no me quedo de otra y tuve que andar por la calle de Madero, porque eso sí, pa’ caminar de noche es lo más seguro para cruzar el centro. Fue entonces que me acordé de ese pensamiento, porque hoy retraté una de esas imágenes que se captan con el olfato, con el oído, con la boca, con las manos y, por supuesto, con los ojos. Son el conjunto de los sentidos y los recuerdos, de aquí de allá, los que permiten captar y guardar pa’ bien adentro esa gran imagen, que valga decir, también es indescriptible.
La calle de Madero, por lo menos, hoy, y en ese rato que anduve, estaba llena de esa versión de ambulante que me gustan, esas versiones de viejos oficios de los comilonas callejeras mexicanas, por supuesto en su versión moderna de: camotero, elotero, cafetero, taquero, ponchero, buñuelero, de los hot cakes,… Además, obvio, los vendedores de lo chino: gorras, guantes, lentes, suéteres, muñecos de navidad,...
Pero me quedo con los primeros: el camotero y su olor a carbón con cascara de plátano quemado y hasta el sonido del silbato; el taquero y sus dos comensales de tacos de chorizo con salsa roja; la seño del ponche a quien no pude resistir las ganas de comprarle; y el chavo de hot cakes con esa versión perfectamente redonda y bien inflada de los hot cakes acompañados de lechera y mermelada.
Ah! caray! Nostalgia pura, pura nostalgia por esos olores, sabores, sonidos, texturas, colores y hasta temperaturas que te producen esas escenas, más sí la acompañas de un buen ponche.
Ya luego los comparto otras fotografías, de esas, que no se sacan con cámara... caray que me acuerdo de varias...

p.d. Con esto también recuerdo por qué mi gusto por las fotos de oficios en la calle, jaaa!! ya luego les comparto la liga con el album de fotos... esas sí son electrónicas.

Nota 1. Contexto del Manual de Seguridad Universitaria 2021

Contexto.  La primera versión de Manual de Seguridad para Instituciones de Educación Superior se publicó en 2011 y la segunda versión salió...